Extraño.
Jimin tenía un dilema, no sabía en dónde estaba, no sabía quién era la persona que estaba sobre su dolorido cuerpo. No tenía idea de porqué alguien había gritado al otro lado de la puerta llamándolos a comer y el término de "majestad", sonaba a algo sacado de una película.
—¡E-Espera, espera! ¿¡Qué haces, no ves que me duele todo el cuerpo!? Eres una bestia —el pelinegro chilló, tratando de apartar al rubio con sus manos, aunque sus brazos se sentían más débiles de lo normal.
—¿¡Ah!? ¿A quién llamas bestia principito? Eres mío y es tu deber darme tu cuerpo cada vez que se me pegue la regalada gana —el rubio parecía posesivo, agarrando sus piernas y abriéndolas hacia él.
Oh no, no lo haría, ya había lidiado con un par de personas así antes, no se volvería a dejar tratar como objeto, si ese tal "majestad", piensa en que lo tiene fácil con él, pues estaba muy equivocado.
—¡Escúchame, animal! —Jimin ni siquiera supo de donde había sacado fuerzas, quizás fue el enojo y la rabia de no ser escuchado y no hacerle caso a su opinión.
Pero terminó por darle un rodillazo al mayor en una de sus costillas, también le dió un golpe en la cara y terminó por echarlo de la cama al suelo. El menor vio la expresión sorprendida del desconocido, quien parpadeó un par de veces tocando su mejilla lastimada.
—¡Escucha bien un par de cosas que no te lo diré de nuevo! No soy tu maldito juguete, ni siquiera recuerdo bien lo que pasó anoche, pero tendré que dejarte en claro que no soy una propiedad para que me llames tuyo de esa forma. Soy una persona con derechos y si no quiero más, déjame tranquilo o voy a patear tanto tu trasero que después no podrás sentarte —no solo estaba molesto, estaba furioso, y tenía ganas de darle al rubio una patada en la entrepierna por ser tan idiota.
Aún con el dolor en su cuerpo, se mantuvo firme, mirándolo fijamente con determinación. Sin embargo, se tambaleó al sentir el aire pesado, no sabía que era, pero era un aire nuboso y a la vez dulce que le hacía alzar un poco la nariz para olerlo mejor.
¿Qué era eso? No tenía ni idea, pero de pronto se sintió más pequeño de lo normal cuando vio al mayor levantarse del suelo con una sonrisa en la cara, sus ojos parecían brillar de una forma oscura.
Pero, temblando un poco y sintiéndose vulnerable, aún así, mantuvo su mirada firme ante él.
—Aún cuando tiemblas como un estúpido conejo me retas, me gusta —pareció complacido, como si le hubiera dado algo bueno, o un regalo.
¿Acaso estaba loco y no entendía lo que le decía? Menudo pervertido. Jimin no pudo evitar bajar su mirada por el cuerpo del extraño, era puros músculos, un perfecto abdomen con seis chocolatinas bajaban en fila hasta su delineada pelvis.
Pero, lo que lo dejó en shock y lo avergonzó sobre manera fue ver a un monstruo, erecto y colgando entre la piernas del rubio.
—¿¡Me vas a decir que esa cosa estuvo dentro de mi anoche!? —el pelinegro chilló avergonzado y asustado.
No mentiría si dijera que esa enorme polla podría compararse con su antebrazo incluso en el grosor. Ahora entendía porqué su trasero dolía como si no se hubiera puesto vaselina.
—¿Quieres probarlo de nuevo para que compruebes como entró perfectamente? Puedo oler tu excitación principito —en definitiva, era un animal pervertido.
Jimin no sabía que decirle, tenía sentimientos encontrados en ese momento, por una parte sentía que su vida corría peligro e iba a ser partido a la mitad.
Otra parte suya, que no conocía, estaba gritando y rasguñando en su mente que se sometiera, quería esa larga y gruesa extensión dentro suyo.
—Me dolerá más... —murmuró con ese miedo, si le dolía ahora, ¿quién le aseguraba que su cuerpo no le dolería peor?
—Ya deja de lloriquear por eso, puedes tomarte algo después que te ayude con el dolor, además de tomar un buen baño con agua tibia y aceites —mientras más hablaba, el rubio más se acercaba a la cama de nuevo, acercándose a él.
Jimin quería, sentía que lo necesitaba, de pronto su parte baja de sentía caliente y más mojada de lo que recordaba. ¿Quizás era por los movimientos que los fluidos de la noche anterior se salían?
Debía ser eso, podría ser algo bueno, ya estaba abierto y mojado, podrían pasar directo a la acción sin mucha preparación. Aún así, quería otra cosa también, no se dejaría dominar tan fácil en ese momento, quería mostrar su control y dominio sobre las cosas.
Cuando el mayor estuvo lo suficientemente cerca, y creyó que solo se dejaría tomar. Lo agarró de uno de sus brazos y lo tiró a la cama, dejándolo boca arriba, podía ver como la enorme polla se inclinaba sobre el abdomen del rubio, tocando su ombligo.
—Me sorprende lo grande que es —murmuró el menor fascinado, nunca había visto una polla tan enorme, ni con sus aventuras o parejas.
Tomó la polla entre sus dedos, ignorando por completo al dueño de esta, estaba en su mundo, explorando y conociendo lo que tenía entre sus manos. Apenas si podía rodear un poco la gruesa extensión.
—Oye, ¿qué estás haciendo? —Jimin no le respondió, solo acercó su rostro a la polla y dio un pequeño beso sobre su glande, sacó su lengua y comenzó a lamer la punta como si fuera una paleta—. O-Oh, maldición.
Jimin tiró de la piel que cubría la punta dejando al descubierto su cabeza rojiza y furiosa, goteaba mucho líquido pre-seminal, nunca le había gustado mucho el sabor agridulce que tenía, pero ahora le parecía extrañamente bueno.
—Tu polla es tan grande y deliciosa —murmuró bajito, abriendo su boca y engullendo la extremidad todo lo que pudo.
Chupó y bajó, y bajó, era grande, así que no pudo llegar más allá de un poco más de la mitad. Subía y bajaba su cabeza, gimiendo de manera ahogada contra esa polla, el rubio gruñía y gemía de manera ronca.
Al final sacó la polla de su boca haciendo el sonido de un "pop", al hacerlo. Con sus piernas algo temblorosas se sentó a horcajadas sobre la pelvis del rubio, se sentía aún más caliente y mojado que antes.
—Te haré una mejor mamada otro día, ahora solo quiero sentirte dentro —Jimin jadeó, maldición, solo quería ser destrozado de nuevo por esa polla exquisita, no dejaría pasar esa oportunidad.
Alineó el glande contra su entrada y bajó, bajó y bajó. Sintiendo como el grueso miembro se abría paso despacio dentro suyo, era tan grande, respiraba de manera temblorosa mientras sentía como su interior se extendía hasta lo imposible.
Cuando llegó hasta la base, Jimin respiraba agitado, sintiendo como la enorme polla palpitaba en su interior, al mirar hacia abajo notó un bulto en su estómago, estaba más que seguro lo que lo causaba.
—Se siente más grande de lo que pensé —estaba perdido en la lujuria y el calor, se sentía tan bien, gran parte del dolor se había ido, era increíble.
Jimin empezó a mover sus caderas de arriba abajo, mirando como el rubio parecía algo sorprendido y aturdido, bueno, quizás no se había metido con un pasivo tan dominante antes, aunque era algo bueno probar cosas nuevas algunas veces.
Colocó sus manos sobre el pecho del mayor para afincarse, moviendo más rápido aún sus caderas, buscando más profundidad y su propio placer. La polla podía golpear casi sin problemas repetidamente su punto dulce.
—¡Es tan dura, caliente, me encanta! —Jimin exclamó entre gemidos mientras seguía saltando cual conejo sobre el rubio, bajaba hasta la base y salía hasta casi la punta.
Golpeaba con rapidez y fuerza su interior, estaba perdido, con su mente nublada de placer, era increíble, una sensación multiplicada por mil. Más sensible y mejor, era asombroso sentir como esa polla enorme lo destrozaba con tanta facilidad.
"Alfa, alfa, mi alfa"
Era extraño, pero esas palabras seguían repitiéndose en su cabeza de forma continua, también era la parte de su cerebro que más disfrutaba ser destrozado por la polla del alfa.
—¡A-Aah, alfa! —no supo ni porqué había dicho eso, no creía que esa palabra fuera un nombre siquiera para una persona, pero ya no importaba, ya lo había dicho.
Aunque eso pareció haber sacado al rubio de su ensoñación, él sonrió de medio lado, mostrando unos colmillos increíblemente grandes y visiblemente afilados, sus caderas fueron tomadas por esas manos grandes y callosas.
—¿Te gusta eso? Me aprietas y gimes mejor que anoche, maldición es increíble —el rubio murmuró entre gruñidos, tomando su propio impulso para embestir con más fuerza su trasero.
Eso solo hacía que volteara los ojos hacia arriba, lleno de placer, podía sentir como la polla del rubio iba un poco más allá, tocando con más fuerza aún su próstata.
—Voy a llenarte con mi semilla, dejarte tan hinchado, voy a preñarte hoy mismo —Jimin no entendía la mitad de las cosas que le decía el rubio, pero escuchar sobre "preñarlo", solo hacía a su cuerpo temblar más, su interior se apretaba deseoso.
Él solo se dejó hacer, gimiendo y lloriqueando por el placer, había un sonido de lo más morboso que sonaba a sus pieles chocar, que lo hacía avergonzarse más.
—¡A-Ah, alfa, alfa! —sus piernas estaban entumecidas, dolían un poco por el esfuerzo, pero aún así no quería detenerse, quería seguir saltando y enterrando esa polla dentro, hacerla llegar un poco más profundo si podía.
La posición se invirtió, ahora él estaba sobre la cama, con las piernas abiertas y alzadas, el mayor había puesto una de sus piernas sobre su hombro y siguió dando profundas y rápidas embestidas a su interior.
Era increíble sentirlo llegar más profundo de lo que jamás imaginó, y Jimin lo quería todo, quería que ese rubio llegase más profundo que ningún otro jamás lo hizo.
—¡Ah, ahí! —el pelinegro gimió, también soltó un pequeño lloriqueo cuando sintió un azote sobre su trasero con fuerza y estaba seguro que una marca rojiza se iba a mirar más tarde.
Gimió con fuerza al sentir el calor brotando de su vientre y saliendo a chorros sobre su abdomen y un poco en el pecho. El rubio también se corrió, el menor pudo sentir como su interior se llenaba de calidez, carga tras carga de un viscoso semen llenando sus paredes internas.
—E-Es tan caliente... —suspiró el pelinegro tratando de ordeñar todo lo posible. El rubio le tomó sorpresivamente del cuello y acercó su rostro para besarlo.
Jimin solo pudo gemir ahogadamente contra la boca del otro, quien le devoraba completamente, la lengua del mayor se paseaba por todas las partes de su boca, era abrumador.
—Joder, no sabía que podías ser así principito, fue mil veces mejor que anoche —el rubio le murmuró contra sus labios, y Jimin solo pudo mirarlo, no recordaba nada de lo que había ocurrido antes, así que solo podía suponer que no estuvo cuerdo en eso—. Venga, un reino no se lidera solo.
Jimin frunció el ceño sin entender nada, suspiró profundamente cuando la polla del mayor salió de su interior, de pronto se sentía vacío y fluidos viscosos salían de su trasero, era vergonzoso.
—Es una buena vista —escuchó hablar al rubio quien miraba sin descaro su trasero destruido, Jimin solo pudo darle un ligero golpe en el hombro con el rostro rojo.
—Pervertido —gruñó por lo bajo, a la próxima lo haría usar condón para que aprendiera.
El más bajo fue cargado y llevado a otro extremo de la habitación. Entraron por una puerta que lo condujo a otra habitación más pequeña, había una gran bañera la cual estaba decorada de forma muy elegante.
"¿Me golpeé la cabeza?"
Todo parecía extraño, miraba botellas de cristal con cosas raras de colores dentro de ellas. La gran bañera fue llenada de agua caliente, agua que salía de la pared por un tubo metálico diferente al grifo que estaba acostumbrado.
—Miras todo como si estuvieras en un calabozo y buscaras la salida del lugar —murmuró el rubio metiéndolo al agua, soltó un suspiro cuando lo hizo, se sentía bien.
Después fue hacia los estantes y tomó una pequeña botella de cristal, para después destaparla y dejar que su contenido cayera al agua. Olía bien, como a plantas de frescura y medicinales.
Cerró los ojos un momento disfrutando del agua, quería saber que estaba pasando pero no quería abrumarse.
—Creo que el estúpido matrimonio no fue tan malo despues de todo —dijo de nuevo el mayor metiéndose al agua, al frente suyo.
Jimin abrió los ojos para mirarlo en blanco, ¿cómo que "matrimonio"?
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